
Llevo tiempo sin escribir en el Blog, no me faltan ganas y es cierto que estos últimos meses he estado junto a mi equipo, centrado en el próximo libro que va a salir pronto, donde han participado varios profesionales del sector, a raíz de la reunión que tuvimos el pasado junio, el Summit que organizamos sobre la sala y donde ha nacido el manifiesto que saldrá pronto a la luz y espero compartir con todos vosotros.
Hace unas semanas pasé por quirófano, nada grave, pero como siempre que uno se enfrenta a este tipo de situaciones, los balances de la vida, del trabajo, la familia, los temas pendientes, los resueltos y los que están por resolver, lo que te hace feliz y lo que no puedes digerir, aquello que te atraganta y todo lo que te da vida. A veces pienso que deberíamos hacer más frecuentemente estos balances y no esperar al miedo de qué me pasará, por si acaso las cosas se complican; igual llega un día en que ya no hay vuelta atrás.
Esperamos demasiado, soñamos despiertos, las presiones, la vorágine desenfrenada, buscar un equilibrio en muchas ocasiones imposible de cumplir; los años pasan y, aunque las fuerzas son grandes, debe estar la sensatez por delante y reconocer que nos hacemos mayores. A mis compañeros siempre les digo que tengo 24 años; en el fondo sé que es la edad con la que llegué medio asustado a Madrid, y en el fondo es un apego para nunca olvidarme de lo que me ha costado llegar donde estoy. Me he quedado en aquel chaval, con mil ilusiones, ganas, proyectos y toda la fuerza de la juventud, y con unas ganas terribles de comerse el mundo; así mantengo esa chispa de que soy capaz y que aún quedan muchos retos por cumplir.
Tengo la sensación y la seguridad de estar donde estoy; quizás deberíamos hacernos esta pregunta con más frecuencia. Muchas de mis charlas las enfoco en la automotivación, planteando preguntas directas a los asistentes, aunque sean muy básicas: ¿sois felices con lo que hacéis? ¿Sentís pasión por vuestro trabajo? Y lo más importante, si eres de los que salen de su trabajo y vuelven al día siguiente peor de lo que se fueron, tienes un problema. No lo dejes pasar: corrige, háblalo, motívate o abandona y cambia de tercio. No hay nada peor que dedicar tiempo a algo en lo que no crees. Aún más, en trabajos tan viscerales y emotivos, donde todo está a flor de piel, debemos tener una coraza y, en muchos casos, actuar como los mejores actores. Estar mal puede ser contraproducente para tus clientes y para todos los que te rodean. Recuerda que siempre he comentado que la línea en este oficio entre lo personal y lo laboral es muy delgada y se cruza en muchas ocasiones; los problemas viajan con uno mismo. Disimularlos o hacer ver que no existen solo es una trampa temporal que más tarde o más temprano va a…

Dice la teoría sobre la inteligencia emocional que lo primero para dominarla es conocerse a uno mismo, lo bueno y lo malo. Saber controlar tus sentimientos, la euforia excesiva, el pesimismo, saber tus virtudes y tus defectos con el fin de ser mejor persona y mejor profesional, este es el primer paso para luego entender, conseguir entender o comprender mejor a los demás. ¿Pero realmente creéis que uno llega a dominar sus emociones? Yo cada vez lo dudo más, puede intentar controlarlas, pero en muchas ocasiones tu verdadero yo siempre acaba por mostrarse, con más filtros, con más autocontrol, con más conocimiento y paciencia, pero tú eres tú. Cambiar es posible, siempre lo he defendido, no me conformo con el «así seré, nunca cambiaré», entonando la melodía conocida por todos, y menos cuando es la excusa para intentar mostrar a los demás que así es tu forma de ser. Podemos cambiar, podemos evolucionar, mejorar, aunque nuestra forma de ser siempre esté en nuestro ADN, para lo bueno y lo malo.
Este texto nace de la reflexión durante estos días, de alguien feliz con lo que hace, que ha dedicado su vida a su trabajo, que la vida le ha dado muchas oportunidades, algunas sufridas, otras igual por saber estar cuando se tenía que estar, no exentas de sacrificios, son necesarios para conseguir los retos y los objetivos, por supuesto. Alguien que ha sacrificado demasiado en lo personal, no lo lamento, he sido consciente, aunque a veces me entristece, soy yo quien lo ha elegido, en todo momento he trazado mi camino, lo he controlado, y lo he disfrutado, por eso solo os puedo transmitir en estas palabras mis sensaciones, que creo pueden ser válidas para cualquier profesión: ser felices con lo que hacéis, disfrutad de vuestro día a día, tened retos, pasiones, ganas de superación y, ¿por qué no?, ambiciones, sanas, pero ambiciones, materiales o no materiales, pero hay que tener objetivos a corto, medio y largo plazo. Intentad querer a los que os rodean, ser mejores personas, estamos poco tiempo en este loco mundo, casi de pasada, hay que mirar atrás desde el retrovisor, tampoco agobiarse pero, sobre todo, llegar a casa satisfecho y feliz y orgulloso por quien eres y cómo eres, pensando que mañana será todo mejor.








































Es lo que quisimos hacer en Santceloni desde el minuto uno en que llegamos a Madrid hace ya 20 años, seguir con esa labor, hasta que el COVID nos obligó a cerrar las puertas, pronto va ha hacer ya un año. 





